#ElPerúQueQueremos

QUE EL BLANCO DE NUESTRA BANDERA ALGÚN DÍA SIGNIFIQUE LA PAZ

Fiestas Patrias 2013.

Para reflexionar con peruanidad.

SIGIFREDO SÁNCHEZ CRISANTO

Publicado: 2013-07-31

Otra vez es Fiestas Patrias y se viste de rojiblanco el corazón y el alma; también nuestras fachadas, bicicletas, solapas, cuadernos escolares, etc. Es hora de aguinaldos, levantar la pierna a 90° al ritmo de una banda, ofertas, té deum’s, polladas, discursos, espectáculos, escuchar una marinera bien patriota y mucho más.

Pero también es hora del análisis mesurado y sincero, de la reflexión cuerda e independiente. Por ejemplo es oportunidad ineludible para sonrojarnos al contemplar la tenue institucionalidad: Congreso, Tribunal Constitucional, Defensoría del Pueblo, Banco Central de Reserva, Gobiernos Regionales, Municipalidades, Poder Judicial, OSCE, Policía Nacional del Perú, etc. siempre zarandeados con la veleta de los tiempos que no le imprime la visión y la sagrada historia, sino más bien el azar de los miembros de turno y la aplicación de políticas antojadizas, como si nuestro futuro vergonzosamente no estuviera planificado ni siquiera soñado.

Es momento de cuestionar nuestra ciudadanía cuando en el escenario está actuando la liberación de un delincuente, las gracias presidenciales, cuando el congreso quiere más sueldo, la Ley Universitaria, el Servicio Militar, la meritocracia, el “come pollo”, el fraude en las concesiones, la inmunidad parlamentaria, la contaminación, las notas de nuestros estudiantes y otros temas, que de ser justos, transparentes, confiables y equitativos podrían ser excelentemente viables y ciudadanamente validados. Sin embargo, al parecer, nos sumergen en un acostumbrado pesimismo y un irrenunciable sentimiento de impotencia… luego sigue el silencio, desgraciadamente el silencio de todos.

Tal vez, en nuestra bandera, símbolo ineludible y síntesis de peruanidad, el rojo ya no solo represente la sangre derramada por nuestros héroes y mártires; sino que tal vez también represente la sangre de los inocentes caídos por la inseguridad ciudadana, el erario nacional desangrado por los “diezmos”, las repartijas, la “COImisión” y la corrupción en todos los niveles de gobierno; la sangre de los estómagos roídos por el hambre de la postergación, la marginación y los “pellizcones” acriollados a los programas sociales; la sangre de la pobreza que la desheredan de la realidad para maquillarla en la vitrina de unos gráficos estadísticos; las inolvidables víctimas de la violencia (Terrorista, militarista, policial, gubernamental, etc.); además de las heridas que nos abre el racismo asolapado, la vergonzosa y escandalosa clase política, las promesas incumplidas, la incoherencia de que soy dueño de un país grande y rico pero que su grandeza y riqueza no es mía. Tal vez tengamos que diferenciar entre el rojo del lado derecho y el rojo del lado izquierdo, pero es imposible distinguirlos, el rojo es el mismo.

Ojalá que el blanco algún día signifique la paz, esa que es hija de la justicia, hermana de la dignidad, madre del desarrollo y la evolución. Esa paz que no solo es ausencia de la guerra sino más bien ausencia de desigualdades. Esa paz que no solo nos de tranquilidad sino que además ponga en la cima de nuestra convivencia el patriotismo y la peruanidad, la paz que nos ponga a cantar el Himno nacional no solo con la mano en el corazón sino sobre todo con el corazón en la mano. Quiero y creo que aún es posible. Compatriotas está prohibido renunciar a este sueño.

En la celebración de nuestro 192 Aniversario Patrio y con los sentimientos nacionales a flor de piel por la gratitud, el compromiso y la lealtad con los intereses de nuestro amadísimo Perú, expreso mi más sincero deseo de que cada vez tengamos una mayor peruanidad y construyamos muy férreamente la identidad con el suelo donde hemos sembrado nuestras raíces y es propietario de una muy rica cultura, tradición e historia… A pesar de todo, razones más que suficientes para sentirnos orgullosos… muy orgullosos. ¡Viva el Perú!, ¡Viva los peruanos!.


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